TEXTOS DE EXPOSICIONES


 

Texto de sala    MUSEO DE LA MUJER  UNAM

 

Bela Limenes: el autorretrato como fragmento y como historia

Carlos E. Palacios

Buena parte del trabajo fotográfico de Bela Limenes (Ciudad de México, 1959)  se concentra en un ejercicio de autoexploración que se engarza con la enorme tradición del autorretrato, aún cuando en su caso y a diferencia de las constantes retóricas de este  género, su indagación va acompañada de una apuesta menos formal y más conceptual. Aun cuando Limenes ha basado su trabajo en la imagen fotográfica, su investigación combina las fronteras de esta técnica con sus libros de artista, que sobresalen tanto por su poética como por su refinamiento técnico.

 

Ciertamente se puede escribir una historia del arte desde el autorretrato. El gesto de representarse a si mismo es casi connatural a la expresión artística. Es difícil encontrar a un pintor o fotógrafo que no se haya hecho un retrato sin la ayuda de otro. Del mismo modo son incontables los artistas que han hecho de este subgénero un nutrido conjunto de obras que dan cuenta del paso del tiempo. Piénsese en Rembrandt por ejemplo, quizás el más célebre creador de la historia del arte de quien se puede ver con minuciosidad los cambios físicos y emocionales en su vida a través de sus múltiples retratos.

 

Sin embargo en el contexto del arte moderno y contemporáneo son las mujeres las que han avanzado considerablemente en la exploración del autorretrato, mas allá de la idea del espejo con la cual asociamos al género.  Las artistas piensan en el autorretrato como un ejercicio ajeno a la vanidad y como una manifestación a contracorriente de la belleza, o podríamos decir de la belleza mas allá del canon que se instituye a partir de la lozanía o la juventud, como podemos ver en este conjunto de heterodoxos autorretratos de Bela Limenes. Para las fotógrafas y pintoras, el autorretrato tiene que ver menos con su belleza personal y más con problemas estéticos inherentes a la obra, como se puede ver en los retratos de Frida Kahlo o en la estética del fragmento del cuerpo de la que participan la propia Bela Limenes y Virginia Oldoini, la Condesa de Castiglione: una figura iniciática de este subgénero fotográfico. Es bien sabido que la Condesa dejó más de 400 autorretratos a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX pero quizás fueron sus últimos daguerrotipos los mas avanzados que hizo conceptualmente hablando.

 

La escritora norteamericana Sarah Boxer recuerda que “envejeció y su belleza menguó, por lo que comenzó a mostrar partes inconexas de su cuerpo”. La Condesa comenzó a fotografiar sus piernas y otras partes de su cuerpo de manera totalmente descontextualizada.

 

Es un escenario similar al Desde los Poros. Los gestos fotográficos de Bela Limenes buscan componer un relato que se alza en el espacio de exhibición desde el fragmento, como lo hiciera la Condesa de Castiglione con las fotos de sus piernas o pies.  Esta idea de segmentar en fotografías partes del cuerpo y de fijar el punctum de la imagen en detalles de la piel o en teatralizaciones de ciertos gestos corporales (que tienen ecos en los dibujos anatómicos de la academia) no sólo responden al autorretrato, sino y sobretodo, a estudiar el cuerpo como formas en el espacio, que a su vez generan otro espacio, mas abstracto y menos natural.

 

Esta relación gana terreno en sus collages. En ellos combina el cuerpo con formas abstractas sustraídas precisamente de fragmentos corporales. Esto es muy evidente en la obra basada en la Venus de Milo donde el diálogo entre el cuerpo clásico, idealizado, se opone a la corporalidad oscura, densa, de la abstracción.

 

Para finalizar, no deja de ser interesante que Bela Limenes haya incorporado otros cuerpos femeninos para hablar de su propio cuerpo. Esto ocurre en La Enciclopedia de la Mujer: obra que fusiona el libro de artista, el fotolibro, el ensayo fotográfico y la instalación. La intención de Limenes fue repensar el autorretrato desde un gesto reivindicativo, posicionándose como mujer y artista en un canon personal de la historia del arte. En este inteligente dispositivo editorial se concentran, como una obra que resume años de trabajo, los elementos que constituyen la estética fotográfica y editorial de Bela Limenes: el cuerpo como fragmento, el autorretrato como un ejercicio vindicativo y la historia de la representación femenina como un hilo conductor.

Cuernavaca, octubre de 2019

 

 

 

 


 

Poder ver, desde los poros

Laura González Flores

Ante las imágenes de Bela Límenes de Desde los poros sentimos desconcierto. O, directamente, inquietud, porque aquello que muestran las fotografías —el cuerpo desnudo de una mujer madura— no coincide con nuestros esquemas de lo femenino. Su aspecto no es aquel ideal de una bella Afrodita o de una serena Ate- nea. Fuerte y fogosa, la mujer de estas fotos tiene una vitalidad muy diferente de la de Artemisa, la virgen e inalcanzable cazadora. Plena de sí misma —gozosa— esta mujer se presenta ante nosotros desvelándose tal cual es: una mujer adulta y madura, vital, con los ojos bien abiertos.

 

Si bien son autorretratos, estas fotografías son muy diferentes a aquellas del género fotógrafa-jo- ven-que-se-autorretrata: una convención que encuentra su justificación en la demanda feminista de la autodeterminación del cuerpo, pero que también puede caer en una práctica autocomplaciente de tintes exhibicionistas y narcisistas. Por lo general, la imagen que la mujer proyecta es en realidad la introyección del reclamo de la mirada masculina: el de un cuerpo joven, bello y sexuado que se abre a la libre contem- plación —y posesión imaginaria— por parte del espectador.

 

Por el contrario, las fotografías de Límenes muestran arrugas, cicatrices, redondeces, flaccidez. O fuerza, algo inusitado en el cuerpo femenino. En este sentido, manifiestan un exhibicionismo y narcisismo de signo negativo: muestran lo que no queremos ver. Al producir desasosiego, desarticulan la pulsión escopofílica —el placer de ver— sustituyéndola por una interrogación fundamental: ¿podemos ver esto?

 

Que no tengamos referencias de figuras femeninas maduras y plenas es un síntoma de un hueco en nues- tro imaginario: sí, las Bacantes son maduras, pero también locas y lascivas, y Hera, la consorte de Zeus, diosa del matrimonio y la familia, manifiesta todas patologías del papel de “la esposa”: como mujer es iracunda, celosa y vengativa. Intolerante ante cualquier infracción real o imaginaria de su contrato nupcial, Hera es capaz de infringir tremendos castigos (como a Tiresias) o de imponer durísimas tareas (como a Hércules). De particular interés, en nuestro caso, es su tajante negativa a aceptar la respuesta de Tiresias, formulada ante la pregunta que le hacen Zeus y ella: ¿quién goza más en el acto sexual, el hombre o la mujer?

 

Al contestar Tiresias que la mujer goza nueve veces lo que una el hombre, Hera se enfurece y lo vuelve ciego. ¿Por qué? ¿Por qué no podemos aceptar, como Hera, la realidad del placer femenino? ¿Tenemos, como cultural, que quedarnos ciegos, como Tiresias, ante este conocimiento?
 

Ver la experiencia de madurez asociada a la plenitud no es algo para lo que tengamos un código imaginar- io. A diferencia de los autorretratos realizados como terapia ante la enfermedad o la muerte, los de Límenes no pretenden exorcizar o sublimar el deterioro físico. En sus imágenes, el deterioro no es una enfermedad sino una realidad natural que, además, no está exenta de gozo.

 

Empezar a construir este imaginario de plenitud femenina es la tarea que emprende Bela Límenes en esta serie. Poder ver la madurez desde los poros.

 








Bela Limenes, foto, dela serie Hasta los poros, 2010-2011.

 

La fotógrafa Bela Limenes (1959-) se autorrepresenta quitándose la ropa, muestra, pero no muestra. Un acto que con suma frecuencia es de lo más sensual y aquí aparece como tal, pero un tanto desenfadado y cotidiano. También nos enseña su cuerpo parcial en lo más sexual de las mujeres: los senos y el pubis pero manipulados por ella, a su antojo.

 

 

 

 

 

 

Enciclopedia de la Mujer       por Carlos Palacios

 

La Enciclopedia de la mujer es una pieza híbrida: conjunta aspectos tanto del libro de artistas, el ensayo fotográfico y el fotolibro. Ámbitos en los cuales Bela Limenes (Ciudad de México 1959), ha desarrollado su obra.

 

En este proyecto se propuso reunir estas tres disciplinas a partir de una serie de fotografías que ha venido realizando de su cuerpo desde 2010.  A Bela Limenes le interesa mucho el autorretrato y dentro de éste género, una práctica autorreferencial de naturaleza performática  de su cuerpo desnudo, que da cuenta del paso del tiempo a través de los pliegues y texturas de su piel.

 

La Enciclopedia de la mujer surge del esfuerzo por enmarcar su trabajo fotográfico en el contexto de una selección muy personal de imágenes históricas del arte sobre la representación femenina. La intención de la artista fue incluirse, desde un gesto muy reivindicativo, y posicionarse como mujer y artista  en la historia del arte. Para esta operación reunió su trabajo junto a obras clásicas del mismo tema y escogió en un formato relacionado con los relatos historiográficos más clásicos del arte. De allí surgió la idea de realizar un “fascículo” o un ejemplar “incompleto” de una enciclopedia, donde su obra constituye el hilo conductor del relato y de acuerdo a las pautas de este tipo de publicaciones.

 

En este  sentido, La Enciclopedia de la mujer no sólo surge como un reposicionamiento político desde el tema del género. Para su realización la artista se  desplazó del lugar del autor y creador de las imágenes para trabajar de manera mas cercana al del editor o el curador. De allí que las relaciones entre sus composiciones y las imágenes seleccionadas tengan sentido no sólo entre ellas sino en relación al formato de la enciclopedia.

 

Por otra parte, este reposicionamiento metafórico de su trabajo tenía que instituirse desde el formato editorial al cual igualmente Limenes se dedica  de manera impecable desde la encuadernación y el libro de artista. Sin embargo en esta ocasión no le interesó trabajar de manera “artesanal” sobre la realización de la publicación sino que debía funcionar como soporte a la imagen y como una instalación de naturaleza fotográfica.

  




          

 

 El ritmo del concierto personal

                                          por Blanca Ruiz

            

                  En el amplio horizonte de la fotografía contemporánea que se produce actualmente en México, la obra de Bela Limenes se mantiene por su solidez y persistencia en la exploración de la identidad a partir del desnudo. Si bien, desde hace tiempo las mujeres fotógrafas difunden la imagen de sí mismas, no es común encontrar alguien que decida confrontar su cuerpo ante el respetable espejo de la historia del arte para proponer una renovada y desafiante Enciclopedia de la Mujer.

                

                Como resultado de una profunda investigación práctica y documental, Bela correlaciona su propia imagen con obras correspondientes a diferentes épocas y estilos, en una selección donde, salvo Tamara de Lempicka y Louise Bourgeois, la mayoría de los autores a los cuales hace referencia son hombres. Acorde con Bourgeois, quien escribió: “la necesidad interior de un artista de ser artista conecta íntimamente con su género y su sexualidad”, Bela  responde a esa necesidad con una mirada trasgresora hacia el canon tradicional de la representación femenina y explora con intensidad la cuestión del género y especialmente, de la sexualidad: sus fotografías rompen los convencionalismos de mocedades para autorrepresentarse como una mujer de mediana edad que interpreta libre y lúdicamente el ritmo de su concierto personal.                       

         

                 No la mueve el afán de difundir, como ciertas fotógrafas que han tenido algún padecimiento, las huellas que éste deja en su anatomía; sino al contrario, desnuda y transparente como el agua, muestra la corriente de una vida que fluye plena, entera. Sus atrevidos enfoques, entre el desenfado y la aguda sensibilidad,  enfatizan en senos, pliegues, vientre, manos, caderas, espalda, pies, que entablan un singular diálogo con la corporalidad plasmada en óleo o metal.

                

                 Y es aquí, donde precisamente reside una de las grandes virtudes de este ensayo: la creatividad y audacia del manejo de su cámara para aprehender con sinceridad la memoria de su piel y confrontarla con el imaginario clásico de la mujer.  Mientras la pátina del tiempo cubre las obras de otros, Bela expresa la vitalidad de sus imágenes.

                 

                 El espejo le devuelve la revelación de una odalisca contemporánea. 


 

 


 
***

Una sonrisa precede a Bela, es una mujer amable, que a pesar de su gran experiencia profesional es sencilla, sonriente, indaga con sus ojos verdes los ademanes de las personas, te mira de frente cuando te habla, es honesta; se le ve contenta, flotando en la habitación recordando que hay detrás de cada fotografía hoy expuesta, camina sigilosa entre los visitantes, accede a la primera a fotografiarse con ellos, hasta pide a uno de sus hijos que haga la fotos y las haga bien. Es una mujer que sigue buscando respuestas, que sigue jugando con las imágenes, se divierte con ellas y sigue encontrando belleza en los pliegues de una piel marcada por los años.

***

Cabe destacar que de manera previa a la inauguración de la muestra temporal Bela Limenes dialogó con el público hidalguense acerca de sus procesos creativos y su faceta como creadora de libros de autor, como parte del programa Jueves Fotográfico que la Fototeca Nacional desarrolla en colaboración con el Centro de las Artes de Hidalgo.

El primero de febrero se inauguró en la Sala Nacho López de la Fototeca Nacional Relatos, exposición antológicade la mexicana Bela Limenes, que comprende el trabajo que ha llevado a cabo durante tres décadas, Limenes es licenciada en diseño de la comunicación gráfica por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y maestra en Artes por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) también es profesora de fotografía y libro de autor de esa casa de estudios.

La exposición cuenta con 40 piezas, de las cuales algunas son inéditas, están impresas en diferentes técnicas como: plata gelatina, impresión digital y cromogenia a partir de una cámara Holga (las llamadas “cámaras Instamatic” fueron increíblemente exitosas gracias a que permitieron a toda una generación durante los años sesenta acercarse a la fotografía a un bajo costo).

El trabajo fotográfico de Bela ha seguido a lo largo del tiempo dos ejes, el primero, la mujer, la figura femenina, el desnudo femenino, la imagen y representación de la mujer, los cánones de belleza, se pregunta: ¿Quién decide quién es bello y qué es sensual? ¿Por qué retratar siempre a las mismas mujeres? La respuesta ha sido realizar autorretratos:

 

Para yo misma entender y aceptar el paso del tiempo, la única manera fue poniéndome enfrente de una cámara, fue un proceso fuerte… estoy contenta porque a través de mis fotografías estoy representando a más mujeres que quizá se sientan como yo

 

El segundo eje son fotografías más “juguetonas” hechas con cámaras Instamatic donde no se puede hacer uso de gran técnica, trata de abordar temas más ligeros que pueden ser abstracciones de recuerdos, sueños, anhelos, que cada uno de nosotros ha experimentado y que recuerda vagamente o que no puede poner en imágenes concretas. La autora dice que estás imágenes datan de los años ochenta:

 

Cuando las hice, algunos maestros fotógrafos me hicieron sentir que no eran buenas y las guardé, y ahora han tenido muy buenas reacciones y eso me tiene contenta

 

La exposición Relatos, exposición antológica permanecerá en la Sala Nacho López de la Fototeca Nacional hasta el próximo 25 de marzo, de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas. La entrada es libre.


 

 


 

Texto de sala Galería Nacho López  Fototeca Nacional

 

Deseo, encuentro. Destino

por Blanca Ruiz

 

               

           Los ojos buscan. Algo, mezcla de intuición y  presagio, le dice a Bela Limenes que lo suyo está en el cuerpo. Que la piel aguarda su mirada vibrante. Que no se trata sólo de extender su superficie, sino de proyectar la emoción contenida en cada curva, pliegue, textura. Poco a poco, el horizonte se ensancha y surgen otras formas de la naturaleza, del sol, del agua.  Pero, de alguna manera, persiste el cuerpo humano, desnudo entre bicicletas, sillas, brisa del mar o balneario. Al aire libre y al juego abierto.

 

Como ventana y a la vez, espejo, la autora desarrolla la doble virtud de recrear el mundo que la rodea de manera lúdica, y a la vez, asume el desafío de autoexplorar honestamente su propia condición femenina en el aquí y el ahora; y así, confronta las relaciones de la piel de los otros y de ella misma,  con sólidas historias que se entrecruzan en varios sentidos y senderos, gracias a su experimentación prodigiosa de la fotografía análoga, Holga, solarización y técnica digital.  

 

Son estos, los relatos del arrojo, de la pericia de la representación, del tacto del cuerpo: los relatos de Bela Limenes son deseo, encuentro. Destino.

 

Los ojos, sus ojos, siguen buscando.













37º de Bela

 

Ana Luisa Anza

 

Con los casi 37 grados que mantienen mi cuerpo y los 37 grados con que el sol agobia, siento el impulso del clavado hacia el cuadro impresionista que azul-verdea frente a mí. No es un nenúfar ni un lirio: es sólo un cuerpo móvil capturado en el tiempo, como un trazo de luces y colores, en esa agua que se vuelve tan espesa como un óleo, una pintura lograda con el plástico, la luz y el ojo de Bela Limenes.

 

Quiero quitarme la imagen de Monet paseando por un puente desde donde ve los reflejos y tonos del agua que se transforman, se mueven, se convierten, desaparecen…

 

Vuelvo a desear convertirme en el cuerpo inmovilizado, pero fresco y húmedo. Quiero saltar. Pero un ancla me detiene. Ancla-corbata, ancla-rutina, ancla-trabajo, ancla-responsabilidades, ancla-reloj. El día a día como un grillete que me separa de las posibilidades infinitas del agua, del chapoteo, de las gotas en la piel chamuscada que se evaporan lentamente. El día a día que me mantiene en el presente como si no pudiera volver atrás.

 

Un esfuerzo y abro la puerta a la nostalgia.

 

Soy yo niña que vuelve al pasado a través de la resbaladilla mullida y mojada, un túnel del tiempo de plástico que me lanza al azul, al barrer de la brisa marina, al olorcillo a cloro que no se despega de mi cuerpo, a las orillas cenagosas en la paz del cenote.

 

No, ya el presente no me detiene.

 

Soy el campeón de buceo en mi imaginación, el que surge del chapoteadero como si hubiera finalizado la investigación submarina al lado de Jaques Cousteau; soy la incansable niña del traje rojo que ya no tirita de frío a pesar de la piel de gallina y escoge con la mirada un buen lugar para echarse el clavado del siglo; soy la que dejó las chanclas botadas, los goggles desabrochados, el salvavidas a medio inflar con tal de ganarles a todos en el viaje acuático.

 

No quiero volver, cierro los ojos para convocar la magia de un horizonte de mar.

 

Estoy cansada y tumbada. Feliz. Ajena a los gritos de los niños que juegan, a las mamás platicando al borde de la alberca, con un ojo al crío que monta un dinosaurio amarillo y otro al bikini de la atrevida ésa, al señor que unta su estómago con aceites aroma de vainilla y coco, a la vegetación de palmeras o breña.

 

Me concentro sólo en mi cuerpo, en el sol que me da albergue, en el placer infinito de sentir cómo poco a poco soy lagartija y pez, un ser que flota borrando la mente.

 

Soy una niña punto en el infinito de la playa, lejos del hoy que me limita. Y camino al muelle que se ha convertido en un cuadro, en un viaje a 1800, a antes de ese día que me acorraló en la adultez, para volver a sentir el deleite del recreo, de los minutos que no tienen que contarse porque sirven sólo para estar. Para ser.

 


 



 

 

 

Bela Limenes (n. México, D.F. 1959) nos presenta en 37° algo que a primera lectura se puede entender como un paseo visual a la playa, riachuelos, piscinas recreativas (que nunca olímpicas) y los que conocen un poco de fotografía hasta lo podrían emparentar con la obra de Martin Parr en  un largo  y conocidísimo ensayo semi-documental, retratístico, en las playas, pues no, esta exposición no es, fundamentalmente, nada de eso, mucho menos 'ecológica'.

 

Son imágenes sensoriales, como yo he dado en llamarlas, en que hay una anécdota a veces clara, por ese sustrato documental de -casi- toda fotografía, pero aquí se adelgaza pronto, se desdibuja y nos quedan anotaciones visuales, teñidas de azul y otros pigmentos, en que nos imperan muchas subjetividades (condición predominante en la fotografía del S.XXI), que nos sugieren sensaciones o recuerdos asociados a la infancia, a los afectos o de una manera directa a la etapa embrionaria, la cual nadie recuerda, pero todos sabemos, ese lapso en que estuvimos en un ambiente acuoso, vital, el amnios. Pero este es el momento en que tenemos que recordar (ah¡ esa condición humana)  'Sirenas'  ese cuerpo de trabajo que Bela desarrolló profusamente a mediados de los 80, en que se trataba de imágenes donde aparecían peces en grandes acercamientos en su habitat, el agua, y en el 'mismo' lugar una bellísima mujer desnuda, la poeta Adriana Enciso, ambos animales marinos y mujer sapiens de la misma dimensión, hecho en múltiples tomas en diferentes negativos y sobreimpresiones varias en la hoja fotográfica, que remataba con pigmentaciones selectivas directas sobre la superficie de la emulsión del papel, piezas de gran hermosura clasisista, acotación obvia la fotografía digital estaba lejana.

 

Dos series que se unen en esa columna vertebral que constituye una trayectoria, antes de evidencias, hoy de sugerencias, pero con las coordendas de la perspectiva de género y la reconsideración de las estructuras corporales ('En una sola silla' su exposición mas conocida lo es en pleno.)

 

37° (son los grados de la temperatura corporal humana) ante todo es un pivote para escudriñar en nuestra memoria, las emociones de las traslaciones geográficas, las atmósferas climáticas,  los elementos vitales de la naturaleza y  fluidos propios, la nostalgia y el deseo.

 

                                                                                                                                                                                                          ARMANDO CRISTETO PATIÑO

 





El placer de ver y vivir

 

por Blanca Magdalena Ruiz

 

Creyente del mar y de la magia, Bela Limenes desembarca sin muelles, libre se desplaza hacia el agua y abre su cámara para llenarla de color, calor, atmósfera, camina por la arena, mueve los brazos, siente la brisa, lava su cara ardiente, las gotas resbalan por su cuerpo y sigue. Tiene sed: sed de mirar, atrapar, crear. ¿Cómo explicarlo? Es un presentimiento, un presagio, un reto que la conduce una y otra vez a mirar el mar para atrapar sus cauces, ondulaciones, texturas…

 

Si desde los inicios de la fotografía, una de las pioneras, Julia Margaret Cameron, cuestionó: “¿Qué es el foco? ¿Quién tiene el derecho de decir qué foco es el legítimo? ” ; ¿quién sostiene ahora que el horizonte siempre debe ser recto, o la imagen completamente nítida? En una búsqueda constante de experimentación, Bela, fotógrafa en plenitud y dedicada docente, explora al máximo las posibilidades técnicas de su cámara Holga, compañera de viaje en esta exposición, y expresa esta trasgresión de convenciones con despliegue de creatividad y, especialmente, con un gran sentido lúdico que refleja su misma actitud gozosa ante la práctica fotográfica.

 

Seguidora de Anna Atkins, quien publicó el primer libro de fotografía; Bela revitaliza no sólo los diversos procesos alternativos, sino que se apasiona con la creación de sus propios libros autorales, como una manera de atrapar recuerdos, pasajes, vivencias, el pulso de las emociones e incluso de la temperatura: 37º grados contiene el ritmo del aire, la fusión del cielo y el agua, la intensidad del sol, los retozos de paseantes en el mar, río o balneario. Se escuchan murmullos, salpican las olas, la danza de un niño en el azul marino invita a seguirlo, y finalmente, a envolverse por el placer mismo de ver y vivir la fotografía. ¿l mar para atrapar sus cauces, rgaret Cameron, cuestiono que la conduce una y otra vez a mirar el mar para atrapar sus cauces,





Feria Codex 2022

Richmond, California







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